CAPITULO III
El soplido del tigre
Los dos hombres estaban preparados para el mortal combate,
separados únicamente por un par de metros. Sagat tenía un temple imperturbable,
analizaba a su oponente con la mirada, atrás habían quedado los días del gran
felino que jugaba con su presa. Era un hombre que necesitaba recuperar su
honor, aunque sea de forma gradual.
Por el contrario, su oponente, el hombre del keikogi rosa
era un mar de emociones, y Sagat lo sabía sin necesidad de ver su rostro, su
cuerpo estaba tenso, como un perro rabioso, impredecible como el animal
acorralado.
No quería arriesgarse a otra humillante derrota, debía dar
por hecho que este nuevo peleador era tan poderoso como lo fue Ryu… pero el
desconocido decía que lo conocía. Sagat ejercitaba su mente mientras esperaba
el ataque de su enemigo.
-Recordaras el nombre de Dan Hibiki hasta que mueras, y hoy,
yo seré tu verdugo, ¡Lo juro por mi padre!
-Quizá debas unirte a él en la muerte…
Dan enfureció con el comentario y se lanzó al ataque, con
una patada voladora. Sagat esquivo fácilmente el desorganizado ataque, Dan dio
vuelta y lo golpeo violentamente, pero Sagat ya tenía lista su defensa y
contrataco con una patada en el abdomen de Dan.
-Maldito…
Planeaba aprovechar el impacto para tomar la ventaja en el
combate, pero Dan se levantó y se preparó para lanzar un poderoso proyectil de
energía. Sagat ya había visto antes el hadoken de Ryu. En verdad usaban técnicas
similares.
Sagat se paró firmemente en el suelo y se cubrió cuando vio
la bola de fuego azul dirigirse hacia su persona… pero esta se desvaneció
instantes antes de siquiera tocarlo.
- ¡Noooo!
Grito Dan encolerizado, pero era ya muy tarde, Sagat
planeaba ejecutar el nuevo ataque que había preparado, “el soplido del tigre”
era un poderoso puñetazo que se proyectaba hacia el cielo con un gran salto del
gigante tailandés, golpeando abdomen, quijada y rostro del oponente lanzándolo
por los aires.
Dan cayo estruendosamente y no volvió a levantarse.
-Una pérdida de mi tiempo.
Decía para sus adentros Sagat mientras salía del bosque.
Una vez a las afueras, en la planicie, el helicóptero clase
militar V22 ilumino el sitio donde se encontraba Sagat antes de poder
aterrizar. Era una formidable maquina voladora. A diferencia de otros
helicópteros este tenía dos alas situadas en la parte superior del fuselaje,
unidos por una góndola, cada ala terminaba con un enorme motor de turbo eje que
contaba con una poderosa hélice. En la cola contaba con dos estabilizadores que
hacían de la apariencia de la aeronave un hibrido entre avión y helicóptero.
Este poderoso vehículo militar no era el único que tenía
Shadaloo a su disposición, tenían una amplia variedad de aeronaves como el
helicóptero Boeing AH-64 Apache, una aeronave diseñado exclusivamente para la
guerra, con una bi-plaza y una impresionante variedad de armamento como una torreta
automática, cohetes, misiles antitanques, misiles antirradar y misiles antiaéreos…
un verdadero tanque volador, o el avión privado de Bison. Un Jet VTOL (despegue
y aterrizaje vertical, por sus siglas en inglés) completamente negro, con una
elegante forma triangular. Sus poderosos motores le permitían ascender y
aterrizar como un helicóptero, al mismo tiempo que podía realizar largos vuelos
trasatlánticos.
Una vez dentro del helicóptero v22, Sagat meditaba
tranquilamente durante el camino de regreso… Hibiki.
Hace años había combatido a un hombre… Go Hibiki. Un viejo
que vestía un keikogi naranja, sandalias de madera y portaba una estúpida
mascara tengu.
En esa época había reportes de un hombre japonés que combatía
a hombres de Shadaloo en Hong Kong, al principio era una molestia menor, pero
esa molestia se convirtió en un problema considerable rápidamente, a tal grado
que Bison considero pertinente enviar a Sagat, quien descubrió que Go se ubicaba
en un dojo. Go parecía un oponente digno, ya que salió al encuentro del
gigante. Al parecer lo conocía por su reputación de campeón del Muay thai.
La batalla entre ellos no fue tan larga. Go atacaba
rápidamente, pero le faltaba poder, Sagat rápidamente tomo la ventaja contra el
viejo usando su mortal “rodillazo tigre”, quien cayó al suelo herido. Sagat le
reprochaba por haberse metido en el camino de Shadaloo mientras el otro hombre
se levantaba para continuar el combate. Go ataco furiosamente, pero fue recibido
por los puños de Sagat. Quizá antes fue capaz de vencer sin esfuerzo a simples
secuaces, pero ahora enfrentaba al todavía Rey del Muay thai.
Sagat ataco sin remordimientos y lanzo una poderosa patada
al rostro de su oponente. La máscara que portaba se partió en dos revelando su
verdadero rostro: un viejo de unos 70 años, cabello cano y un abundante bigote
que sobrepasaba las comisuras de sus labios, además de una gran nariz y cejas
abundantes.
Sagat estaba satisfecho por la pelea, y quizá al ver que su
oponente era un viejo sintió un exceso de confianza. En un desesperado intento
Go Hibiki lanzo una patada al rostro de Sagat, quien se ladeo a la derecha para
esquivarla, pero era solo una finta. Inmediatamente Go retraso su pierna, dio
una media vuelta y golpeo con todas sus fuerzas el rostro de Sagat con su puño.
Sagat se encontraba en movimiento por lo que el mortífero puñetazo no dio de
lleno en su rostro… solo en su ojo derecho.
El puño de Hibiki se llenó de sangre, al igual que el rostro
de Sagat, quien llevo sus manos a la ahora cuenca vacía en donde apenas
segundos, estaba su ojo.
Hibiki vio el sufrimiento de su oponente, pero no podía mostrar
piedad, era un peligroso criminal y debía caer. Se preparó para efectuar de
nueva cuenta el mortal golpe cuando Sagat reprimió todo dolor que estaba
sintiendo y dejando salir toda su furia preparo su proyectil de energía, el más
poderoso que jamás hubiera lanzado.
El enérgico proyectil tigre atravesó a Hibiki, quien cayó de
rodillas y finalmente colapso al suelo. Había muerto antes de tocar el piso.
-Sujétate campeón, ya hemos llegado a la base.
Reportaba el piloto de la aeronave, sacando a Sagat
inmediatamente de sus recuerdos.
El hombre que acababa de enfrentar en Japón era, sin duda alguna,
hijo de Go Hibiki. Sagat recordaba a alguien corriendo a abrazar el cuerpo sin
vida de Go, pero no le había puesto atención, evidentemente… aun así Dan Hibiki
era una completa deshonra.
El excesivo ruido del helicóptero molestaba a Sagat, quien
por esta razón prefería realizar sus viajes a pie que usar estos medios de
transporte cuando no tenía que atravesar océanos.
- ¿Dónde está Bison? ¿Por qué me mandaron llamar?
Dentro del cuartel de Shadaloo había varias habitaciones que
solo los miembros con mayor rango podían acceder, y contadas eran las secciones
ultra secretas de los “cuatro reyes divinos”. Los máximos cabecillas de la
organización:
Balrog el boxeador, un hombre afroamericano corpulento y
musculoso. Cabello muy corto y oscuro, nariz achatada y ojos pequeños. En
general parecía tener el aspecto de un psicópata malhumorado y violento, pero
sus motivaciones solo eran financieras. Los rumores indicaban que fue capaz de
matar a un elefante solamente con su puño.
Vega el matador, un hombre español que portaba una máscara
de metal, su torso desnudo mostraba el tatuaje de una serpiente y su abundante
cabellera rubia estaba amarrada en una trenza que llegaba hasta su cintura. Los
rumores decían que siempre usaba una garra de metal al combatir y después de
cada combate bebía de la sangre de sus oponentes muertos.
El mismo Sagat y por ultimo Bison, el dictador, quien muchos
de los subordinados se referían a él como Maestro Bison o M. Bison.
Nada se conocía sobre su pasado, o sobre sus verdaderas
metas. Sagat solo sabía que tenía mucho poder, verdadero poder y que muy pocos
podían oponerse a él. Pero como ya había comprobado, sus vastos recursos podían
resultar en un enorme beneficio.
-Está resolviendo algunos problemas en Camboya.
Respondió el matador.
-Pero dejo esta grabación para ti, Sagat.
Cuando termino de hablar, el otro hombre dentro de la
habitación, el boxeador, puso en marcha una grabación. En ella aparecía el
rostro de Bison, un hombre que aparentaba unos 35 años de edad, pero sin duda
sonaba mucho más viejo. Siempre vestido de uniforme militar rojo, con grandes
hombreras plateadas y portando una gorra color rojo con víscera negra, con el
símbolo de Shadaloo: una calavera de metal con un rayo en la frente y con 2
grandes alas detras.
-Bienvenido de vuelta Sagat, es una lástima no poder
recibirte personalmente, pero tengo un encargo para ti que te será mostrado una
vez regreses. Necesito que te dirijas a Australia, el piloto te dejara en la
zona donde tus habilidades son requeridas.
La transmisión termino y Sagat se mostraba inmutable, aunque
por dentro hervía de furia. Una vez más la correa del tigre era jalada.
Tenía unos minutos de descanso antes de que el helicóptero
v22 se reabasteciera de combustible y comprobara que estaba listo para el
vuelo. Pero esa espera solo lo irritaba más, únicamente quería acabar rápido
con el trabajo para poder encontrar y vengarse de Ryu. Estaba obsesionado, no
podía pensar en otra cosa.
El viaje a Australia no duro tanto como esperaba.
-Bison dijo que tu objetivo se encontraba dentro del Outback
australiano, dijo que sabrías inmediatamente quien era.
Sagat estaba un poco confundido, pero no era la primera vez
que Bison le daba instrucciones tan dramáticas. Camino por el árido terreno
mientras observaba la escasa vegetación y la extraña fauna que rondaba por el
territorio: canguros correteando y pequeños reptiles llamados tuataras que se
alejaban de su camino.
El Outback australiano son los territorios áridos más
alejados tanto de la civilización como de las zonas selváticas, de vez en
cuando veía pequeñas granjas vacunas, pero eso carecía de importancia para él,
sabía que Bison no lo habría enviado a él a matar a un simple granjero, si
Sagat estaba en el campo, es porque era algo realmente importante.
Mientras andaba el día estaba llegando a su fin y los tonos
rojizos del paisaje parecían unirse con el cielo, mientras atardecía y poco a
poco empezaba a oscurecer.
A lo lejos se empezaba a formar una tormenta.
Sus pasos lo llevaron a una región de amplios pastizales, y
finalmente vio la razón de porque estaba allí. No podría describir la sensación
si se lo pidieran, pero sus instintos le decían que era él.
Sagat se acercó y finalmente vio la forma de su objetivo: un
hombre joven meditando, vestido con un keikogi blanco y en su frente una larga
cinta blanca que se movía con el viento.
¿Cómo era posible?
Después de mucho tiempo buscándolo, Ryu se encontraba ante
él. Bison lo había enviado directamente con él. ¿Cómo era eso posible? ¿Cómo
sabia…?
Demasiadas preguntas que debían esperar para otro momento.
Sagat sintió una enorme descarga de adrenalina recorriendo
su cuerpo, y llevo su mano izquierda hacia su pecho, sintiendo la gran cicatriz
que lo había marcado de por vida.
- ¡Ryu!
El joven se levantó tranquilamente, como si no estuviera
sorprendido en absoluto, aunque la aparición de Sagat no era algo que esperaba.
Se amarro aún más fuerte la cinta sobre su frente y se acomodó sus guantes
rojos.
-Ha llegado el tiempo de la venganza
-Aun no te has recuperado de nuestro último encuentro,
Sagat.
-Tengo algo nuevo para ti. Esta vez tu quedaras marcado.
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